miércoles, 7 de julio de 2010

COSAS DEL FUTBOL...

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DISTINTO-
(Sudáfrica - 2 de julio de 2010)

“Loco”, le dicen. Y el tipo no reniega de eso, acepta que lo llamen así y seguramente se ríe (no podría ser de otra manera). Ahora, ¿quién puede decir, a ciencia cierta, si realmente está loco o más cuerdo que todos nosotros? ¿Un facultativo? No, en absoluto, este muchacho está más allá de cualquier diagnóstico. Él es distinto, tal vez por eso lo llaman “loco”. También es flaco y medio feo pero fundamentalmente es: distinto.
Distinto a mí, a vos, a muchos.
¡Y a mí me da tanta envidia eso! Quién pudiera, ¿no? Ser así, como él.
Uno siempre quiere parecerse a esos personajes que se destacan del resto. Claro, tener algo, una pizca de su estrella. Todos soñamos cosas por el estilo. Tal vez los otros soñadores se dejan llevar por los flashes de la prensa, las modas de otros nombres y las noticias de otras ligas pero yo no soy así, a mí me gusta él, con sus virtudes y con todas esas cosas que vienen en la misma bolsa y algunos llaman defectos.
Quizás siento todo esto porque me cayó bien de entrada, cuando lo vi por primera vez en una cancha. Yo no tenía la menor idea de dónde lo habían sacado y (si no recuerdo mal) en su primera intervención del partido la pelota se le enredó entre las patas, largas y flacas, y se le escapó. Pero ojo, le puso ganas y gracia a la situación, no la disimuló, la peleó y casi casi recupera la pelota. No fue gran cosa pero desde ese momento me cayó simpático y mis ojos comenzaron a buscarlo cada vez que él entraba a una cancha.
No es Cristiano Ronaldo, Beckham, Messi, Rooney, el Niño Torres ni Forlán. Está claro, pero...
Vistió tantas camisetas que ya perdí la cuenta. Además parece eterno, ¿cuántos años hace que está jugando?
No deja de sorprenderme. Y mirá que lo conozco.
Porque entró unos minutos y pasó desapercibido, agazapado, como esperando su momento de gloria que ya estaba por llegar. La paciencia de los sabios tal vez.
¡Y pensar que le dicen loco!

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La cámara lo enfocó en el medio de la cancha, todos los ojos estaban con él, casi todo el estadio pendiente de su fracaso pero él no, él avanzaba hacia su destino (el punto blanco en el área y la gloria misma) como si fuera el comisario del pueblo, el sheriff o John Wayne en pleno duelo de una película del oeste.
Te juro que hasta yo me sorprendí. Nunca te vi así: con tanta calma, seguridad, con tanto convencimiento. Te tendrías que haber visto, Loco, avanzabas con una presencia tal que impactabas. Enorme. No dudaste ni aflojaste: avanzaste. Y cada paso que dabas, te admiraba más. Las vuvuzelas nos aturdían a todos menos a vos. Caminaste con un país detrás y se notó, hiciste ese viaje desde mitad de cancha acompañado por Obdulio Varela y todos los próceres que vistieron la celeste y las patas flacas no te temblaron (nunca lo hicieron). Parecías estar serio y compenetrado, parecías ceremonioso, inmutable pero eras una tremenda incógnita. Acomodaste la pelota al tiempo en que nos preguntábamos, ¿qué ibas a hacer? Sabemos que sos capaz de muchas cosas (y no quiero decir locuras, no). Pero la pregunta, en realidad, era: “¿Quién ibas a ser, el loco o el distinto?”.
Picaste la pelota, Abreu, y la respuesta fue toda tuya. Mientras nuestros corazones gritaban tu gol entendimos que lo de “Loco” es apenas un sobrenombre.
Habrá voces que dirán que lo pateaste como Panenka en la final de la Eurocopa del ’76 o como Zidane en la final del Mundial 2006. Pobres de ellos, no te conocen. El penal lo pateaste a lo Abreu.

Pablo Pedroso
Buenos Aires, 3 de julio de 2010

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