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El rol de los padres en la formación de su hijo.
"Papá...¿me jugás?"
por el Prof. Hugo Borra
A menudo solemos tratar el tema "padres" en los cursos para profesores e
informalmente en charlas que en el bar siempre sostenemos entre jugadores, padres
y amigos. El verdadero título sería: "Relación entre padres y
jugadores'' (alumnos), y nuestra incidencia en esa relación.
Es común encontrar que el niño o adolescente se siente presionado ante comentarios
de sus padres, generalmente críticas no siempre constructivas, o ante la sola
presencia de éstos, en un partido, sabiendo de antemano que se convertirán luego
en jueces del niño. No es fácil llevar felizmente una relación, cuando se utilizan
elementos de presión o lo que es peor, se asumen actitudes intimidatorias, con un
régimen antipático de premios y castigos, donde el chico conoce que será tratado
de distinta forma de acuerdo al resultado de su partido, o su desempeño en un
entrenamiento.
Está descontado, si el profesor es idóneo, que el niño o adolescente jugador, se
identificará en poco tiempo con su profesor, mantendrá una relación de amistad y de
colaboración permanente. Se sentirá respaldado y en un corto plazo, su "profe"
ejercerá un triple rol de maestro, consejero y amigo. La función del profesor es
charlar mucho con el padre, induciéndolo a colaborar con el programa de trabajo
trazado, permitiendo el desarrollo del chico, no solo a nivel técnico y táctico, sino
mental, para lograr que, a través de su crecimiento individual y su independencia
como ser humano, piense y resuelva en la cancha por sí mismo.
No es muy aconsejable que el padre juegue con el niño si siente que le será
imposible evitar el corregirlo o criticarlo ante cada error que su hijo cometa. Si usted
lo nota nervioso al entrar a la cancha, queriéndole mostrar todo lo que aprendió,
apurado, ansioso, y cometiendo mil errores...ese es el termómetro. Su hijo aún no
está preparado para jugar con usted, entonces es preferible dejar que su chico
juegue con otros de su edad exclusivamente. Solo es bueno que jueguen juntos si
realmente logran divertirse y pasarlo bien como dos amigos.
Mi consejo para los padres es que desde el principio, cuando su hijo comienza a
jugar, asuman un rol lo más pasivo posible, apoyando la labor del profesional que
enseña y entrena al niño, y colaborando con su chico en todo lo que atañe a su
paternidad, que de hecho le corresponde. Pero trate de evitar por todos los medios
las promesas de regalos ante un resultado positivo, las caras largas ante la derrota,
los juicios de valor ante cada desempeño de su hijo, las críticas inconscientes
utilizadas para descargar su propia bronca, etc. La mejor posición es la de público a
favor y padre cariñoso, cuyo apoyo en el primer caso, y efecto en el segundo, no
mermen ante una pobre actuación de su hijo.
Sería más largo y complejo, hablar de manifestaciones conscientes o inconscientes
de deseos frustrados en su niñez, pretendiendo alcanzar ese éxito no obtenido en su
juventud, en lo que es la prolongación de su vida: sus hijos. O también un
exagerado interés de ver un hijo triunfador, famoso, tal vez con un poder económico
mayor al por él logrado; y es tan fácil desubicarse en estos casos...honestamente,
aunque no sea éste su caso, ¿usted no lo cree así?
miércoles, 14 de abril de 2010
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