martes, 14 de septiembre de 2010

LOS SUEÑOS DE UN JUGADOR


Imprimir nota

ENTREVISTA A MATIAS GIMENEZ AL LLEGAR AL CLUB DE LA RIBERA .

El ex mediocampista de Tigre arregló su contrato y se transformó en el primer refuerzo del equipo de Basile para 2010.

Fanático desde pibe, ya se ilusiona con su llegada: “Si me contratan, seguro no le van a errar”, le comentó al diario deportivo Olé.

“¿Boca? ¿En serio me decís? Estoy mudo. Me dejás sin palabras”.

Literalmente se calla. De fondo, el silencio de Apóstoles, la capital nacional de la yerba mate, abruma. Es la hora de la siesta. A 62 kilómetros de Posadas, en Misiones, hay un hombre que no duerme: “Y ahora menos voy a poder dormir, je”. Se entera por Olé, dice, de la firme intención de Boca de contratarlo. Matías Giménez hoy cumple 25 años. ¿Tendrá su regalito de cumpleaños?

Abocados a la búsqueda de un volante por izquierda, los dirigentes pensaron en el zurdo de Tigre. Recorrido, buena pegada y conocimiento del puesto son los atributos que le ponderan. “Desde que se fue Dátolo, quizás Boca no tuvo el jugador que lo haya reemplazado en el puesto. En su momento estuvo Nico Gaitán, un jugadorazo, y el Pocho Insúa, que me encanta, pero es más ofensivo. A Boca le costó encontrar el sucesor. Esperemos que pueda ser yo, je. Ya me pongo el cartelito, ja”, se embala Matías. Y muestra credenciales boquenses desde la cuna.

-¿Qué te genera el interés de Boca?

-Es una alegría enorme que se fijen en mí. En Boca siempre tenés la presión de salir campeón. Me encanta el desafío. Quiero ganar todo lo que me quedé con ganas en Tigre. Y además estaría cumpliendo el sueño de mi vida.

-Epa, ¿por qué?

-Soy hincha desde chiquito. Si hasta me pintaba la cara con los colores de Boca. Me acuerdo de que en la final de la Libertadores del 2000, contra Palmeiras, nos juntamos con unos amigos para verla y yo estaba todo pintado de azul y amarillo, era un cago de risa. La verdad es que no puedo creer que hoy Boca me esté siguiendo. Si me contratan, seguramente no le van a errar.

-Y mirá si metés un gol en un superclásico…

-(Risas). Sería tremendo, una locura. Nunca me voy a olvidar del nucazo de Guerra (Ap. 96). Fue uno de los goles que más grité.

-¿Y en tu familia también son todos de Boca?

-La mayoría son bosteros. La única de River es mi vieja. Pero ella no se va enojar, je. Y si me toca hacerle goles a River, también los va a gritar, eh. Con Tigre ya le metí y los gritó con todo, je. Es hincha mío.

-¿Qué podrías aportar?

-El ida y vuelta, centros para los delanteros, que es mi fuerte, recuperar la pelota cuando no la tenemos, ganas y mucho sacrificio.

-Sacrificio, justamente, abunda en tu historia…

-Te juro que ahora me pongo a pensar en esto de que puedo pasar a Boca y miro para atrás en todo lo que viví, y no lo puedo creer. Siento que es un premio al esfuerzo, a querer ser alguien en el fútbol. Porque cuando era pibe y recién llegaba a Buenos Aires, hubo momentos que la pasé mal, mal de verdad.

-El típico jugador que la luchó de abajo…

-Pero yo la peleé mucho.Me vine a los 16 años de Misiones. Me llevó una persona a probarme a las Inferiores de Boca y no quedé. No me salía una y me limpiaron, je. Probé en Huracán, en Platense y en Tigre. Y quedé. Con edad de Cuarta me subieron a Primera y debuté con Caruso en la B Metropolitana. El me ayudó mucho. Cuando llegué a la Capital, vivía en la casa de un amigo de las Inferiores. La familia tuvo un gran gesto, pero ya no me podían bancar más. Entonces, le dije a Ricardo que no tenía nada. El me consiguió un viático y me pude acomodar. Antes, cuando estaban los otros dirigentes, no Sergio (Massa) y su gente, les pedía $10, me decían que no, y me ponía a llorar. Porque, viste, quizá no tenía para comer. Era muy duro.

-Tuviste que laburar mucho entonces…

-Sí. En una pizzería, lavando copas. Me sirvió para mantenerme un tiempo. Porque hubo días que no tenía dónde dormir. En ese momento, fui al bingo de San Fernando. Conocía al que cuidaba los coches y le pregunté si me podía quedar ahí. Me dijo ‘arriba hay una piecita con un par de colchones’. Pero estaba repleta de palomas, je. Fui, cerré los ojos y me quedé. Encima, hacía un calor terrible, no había ventilador. A veces, sacábamos los colchones y dormíamos al aire libre. Por eso te digo que la tuve que remar. La gente piensa que es fácil venir a Buenos Aires, pero hay que ganarse las cosas en el día a día. Si no fuese por Tigre, hoy no sería nadie. Le estoy muy agradecido al club.

-¿Ya tenés la decisión tomada de irte?

-Sí. Ya se lo dije a mi representante y a Caruso. Me duele mucho por él y por la gente que me trató bien. Me voy mal, porque nunca pensé que me iba a pasar algo feo como lo que me pasó. Tuve que pagar los platos rotos de la mala campaña. Nunca pensé que se iban a portar así conmigo. Me sorprendieron las amenazas, fue una de las peores cosas que viví.

-Pero por las vueltas del fútbol podés pasar de ese sufrimiento a compartir vestuario con Riquelme y Palermo…

-Si llego a ir, les voy a pedir fotos a los dos, je. Román ya me dio su pantaloncito, un fenómeno. Y jugar con Palermo sería bárbaro. Ya sueño con tirarle centros y decirle que prepare el perfil para cabecear, je.

-Estás motivadísimo…

-(Interrumpe) Sinceramente no lo puedo creer. En mi pueblo siempre todos me dicen ‘andá a Boca’ y yo les respondo ‘ojalá se me dé’. Sería el sueño máximo de mi carrera. Sería como llegar a la Selección.

No hay comentarios: