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El equipo casi invencible
Dicen que había un equipo que era casi invencible... un equipo de pueblo... al que todos querían ganar y que sólo pudieron hacerlo 5 equipos en seis años... dicen que se conocían tan bien... que el win derecho: Hector Meriano; corría con el balón y el nueve: Sebastián Brisolesi, ya estaba posicionado esperando el centro para rematar… pero no a puerta, sino al win izquierdo: Miguel Scelci, que entraba por detrás para desconcierto de todos…
Jugaban en una ciudad al costado de un río que desemboca en otro aún más grande; era un 4 3 3; con un arquero de pequeña estatura, Ernesto Meriano, al que le decían “gordo” no porque lo fuera, sino porque cuando nació a su hermano mellizo, que también jugaba en el equipo, le decían “flaco”; este arquerazo adelantado a su tiempo, suplía su estatura con una técnica envidiable en sus pies, que aún conserva en los partidos de solteros y casados…; dos centrales Giles y Piñeyro, que sabían en cada momento donde estaba uno o donde andaba el otro… los laterales Velázquez y Almada; subían y bajaban por el carril correspondiente como si se tratara de una carretera en vía libre; en el centro del campo jugaba el único de ellos que llegó donde todos querían… un tal “lito” para el grupo, de nombre José Antonio Chamot (creo que saben de quién estoy hablando), dueño y señor de la mitad del campo que al momento de recuperar abría a las puntas para las asociaciones con Silva o Brisolesi (Víctor), hermano mellizo de Sebastián o con el “topo” Ramat dependiendo de quién fuese titular; los suplente eran Favio Bonnet, “taringa” Romero, Marcelo del Castillo y alguno de la categoría 70 que completaba la lista.
Había un hombre especial, que siempre cuidaba de ellos, estaba en todos los detalles, era: masajista… utilero… aguatero… psicólogo… se llamaba Herrera y dio su vida por el club y en especial, por este grupo; pero el que sin duda era el gestor, el “padre” del grupo… era Orlando Meriano… su técnico, su alma, el director de una orquesta que tocaba los instrumentos del fútbol como pocas veces he visto, yo era un niño, pero sabía exactamente lo que hacían…
Se enfrentaron a equipos extraordinarios… Boca, River (Diego Cocca, el “gato” Miguel, etc.), Ferro Carril Oeste, Quimberley (cuyo arquero era un tal “mono” Burgos), Godoy Cruz de Mendoza, Gremio de Porto Alegre (cuya figura era Pablo Núnez), Patronato de Paraná… con los que, por supuesto siempre dieron la cara…
En un prestigioso torneo del club Toritos de Chiclana, Paraná, Entre Ríos; les tocó enfrentarse en quartos a FERRO 1-0 , semi a GODOY CRUZ 1-0 y en la final a COLON DE Sta FE 2-1.
La anécdota más resonante fue en un torneo de San Carlos Centro, Santa Fé, le tocó en cuartos de final con el Gremio de Brasil, cuya principal figura era Paulo Núnez; cuentan que cuando llegaron al estadio para jugar, los Brasileros estaban en el bar del estadio tomando cervezas…
Jugaron muchos años juntos y ganaron en canchas muy hostiles y a rivales muy diversos, desde grandes equipos y enormes clubes, hasta pequeños equipos en pequeñas ciudades que igualmente les ponían resistencia…
La historia dice que este equipo fue uno de los más grandes de esta ciudad, estoy hablando de nada menos que niños de 12 y 13 años, que por supuesto jugaron juntos hasta el momento de dar el salto al primer equipo y allí se encontraron con los que estaban arriba, en primera, que no eran menos buenos que ellos; un tal “noni” Alba, “nono” Díaz, Carlos Valente, Jorge Herrera… que años más tarde jugarían una final de ascenso a 2ª división Nacional nada menos que frente a Nueva Chicago.
El equipo se esfumo en la maldita historia del recuerdo, de la espuma de las victorias surgió un enorme futbolista que llegaría incluso a jugar tres mundiales; sí, jugaba en ese equipo, José Antonio Chamot; que luego terminó jugando de Central, en clubes como Atlético de Madrid, Milán, Rosario Central (club desde el que emigró a Europa) y por supuesto la selección Argentina y cada vez que ellos lo veían por televisión jugando contra los mejores del mundo un pedacito de sus corazones lo ayudaban como cuando eran un inseparable grupo de niños detrás de una pelota…
Se les llenaba el rostro de orgullo cuando veían al “lito” entre los mejores porque ellos sabían que todos habían aportado su granito de arena para que él estuviese allí, que era donde todos en realidad, querían llegar.
Este equipo del que me permito hablar era la categoría 69 del club Gimnasia y Esgrima de Concepción del Uruguay; y aunque no lo crean esta historia me surge en este momento, después de haber visto jugar al Barça de Guardiola y no puedo evitar las escandalosas comparaciones… este Barça me recuerda a aquel equipo, el sistema es el mismo, la filosofía es la misma y la calidad de sus jugadores… aunque ustedes no lo crean es la misma, pero como una vez dijo el mejor jugador de la historia del fútbol Alemán: Tuve la suerte de nacer en el momento justo y en el país adecuado…
Aquel equipo perdura en el tiempo y el recuerdo de los que amamos el fútbol… porque era el mismísimo fútbol en estado puro… aún hoy se juntan a comer un asado y a contarse sus vidas… pero siempre acaban en aquellos años en los que sólo la pelota tenía sentido para ellos…
MARIO MERIANO
FUENTE:CUENTOS DE FUTBOL.
miércoles, 19 de mayo de 2010
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